Me encontraba en Berlín, buscando dónde escapar que fuera lejos de esa caótica ciudad, pasajes aéreos hay para todos lados, pero como siempre la plata escaseaba. Entre una que otra búsqueda, encontré un pasaje a solo 35 pavos(ida y vuelta) al Aeropuerto de Rijeka, Croacia. Dicen que Croacia es hermoso, con bosques, playas y osos. Yo lo mas cercano que había estado de Croacia, era una hermosa ex polola con descendencia Croata. Así que pa allá los pasajes.
Curiosamente el Aeropuerto de ‘Rijeka’, no estaba específicamente en la misma ciudad de Rijeka, sino en una isla a unos 30 kms llamada KRK, algo así como ‘kerk’.
KRK es una isla bastante turística, ubicada en el hermoso mar Adriatico. Donde los Alemanes y otros ricachones de Europa tienen sus yates su champagne, sus mujeres y se van por ahi a pasear. También van muchas familias Croatas, al estilo Camper Norteamericano y se instalan en los campings super bien equipados que están en cada ciudad de la isla.
En general recorren la isla en un par de horas en auto, van ciudad por ciudad comiendo y tomando mucho. Pero nadie, de verdad, nadie: camina. Es una isla llena de senderos y bosques hermosos, para qué hablar de las playas! Pero caminar? No gracias…

Llegué al Aeropuerto de Rijeka, en KRK, cerca de las 7 de la noche, el vuelo se atrasó un poco, pero al entrar al aeropuerto, un par de Policías, al parecer, encontraron “curiosa” mi presencia en una isla diseñada para recibir alemanes y nórdicos, dispuestos a gastar mucho dinero en su estadía… Claramente yo no encajaba en eso, un moreno de pelo largo y barba incipiente, con pasaporte latino (si es que sabían donde se encontraba Chile), cargado con una mochila vieja y sucia, no era lo común, así que a pesar de ser el primero de la fila, terminé siendo el último en salir. Me insistieron en que llevaba droga, en que algo venía a vender, me hicieron deshacer toda la mochila, preguntándome por cada cosa y casi oliéndome los calzoncillos (Eran un par de policías coquetas, ya que a pesar de registrarme, me sonreían bastante…). Y bueno, terminé saliendo a las 9 pm y yo sin idea de donde llegaría ni mucho menos donde pasaría la noche. Conseguí un mapa, caminé en dirección intuitiva, simplemente buscando algún sector alejado, cerca del mar, entre algunos de los arboles que habían en los gigantescos acantilados que me rodeaban. Y bueno, ya cansado decidí pasar la noche. Dejando mi comida lejos, porque en ese momento justo me acordé de los osos…

C1: Aeropuerto
Al despertar y revisar mejor el mapa, me dí cuenta que había caminado en otra dirección, retomé el camino correcto y en unos 30 minutos(es todo muy cerca) llegué cerca de las 7 de la mañana a una hermosa playa en Omisalj. Ya a esa hora hacían unos veintialgo grados, y en la playa sólo habían un par de viejos madrugadores. Así que ‘en bolas’ me digné a tomar el primero de los centenares de baños que me dí en este viaje. En esa agua temperada, salada y llena de vida.

Omisalj
Me instalé en “la” playa de Omisalj, compré alguna que otra cosa, rescaté agua potable y pasé toda la mañana dibujando y bañandome en el mar. Ahora tenía que buscar mi siguiente campamento, así que gracias a caminos de trekking y bicicletas pude aventurarme a un lugar que según mi intuición me dejaría pasar la noche tranquilamente y sin que darle muchas explicaciones a Croatas… en realidad no tenía cómo… Croata no sé y el inglés de ellos (y el mío), era un poco “torpe”. Así que caminé en dirección a un humedal, al interior de la isla. El Jezero
C2: El Jezero

El Jezero es un lago-humedal grande en la isla, un ‘parque’ de conservación que permite avistamiento de aves… aunque yo no ví muchas… Acá empecé a tomar conciencia una vez mas, de que en Europa no existen esos lugares prístinos a los que uno está acostumbrado en Chile o Sudamérica. Estos son, mas bien, vestigios de ocupaciones humanas, de guerras, de ex campos ganaderos, etc… Este lugar olía mucho a guerra. Unas casonas abandonadas, sin techos, llenas de vegetación por dentro y alguna que otra donde seguramente criaban jabalíes o algo por el estilo, pero todo muy abandonado, otra vez me encontraba bastante solo, y la gente donde estaba?, en las playas, en los yates, en los restorantes…

Instalé mi hamaca bajo una higuera, ‘donde duerme el diablo’, estando cerca de él no ocurren cosas malas, así que ahí me quedé, tomé fotos, recorrí, y finalmente me acurruqué al ladito de Belcebú. Dormí muy bien, hasta que cerca de media noche escuché un auto pasar por al frente de la casona donde me encontraba… no había venido nadie durante todo el día que estuve ahí… La verdad era bastante extraño, si llegas por la noche a un lugar que sabes no va a haber nadie… y te vas de madrugada…. Algo estabas haciendo no? Eran un par de hombres, qué hablaban? No tengo la menor idea, no me interesé en tratar de verlos, ni de saber más, sólo me quedé a lo pudú: bien quieto y en silencio tratando de pasar desapercibido. Algo sacaron del auto, lo dejaron por ahi, conversaron un poco y en un par de horas ya se habían ido. Ese será el misterio de Jezero, al que en verdad no me interesa entrar a pensar qué fue lo que realmente sucedió esa noche.
C3: Njivice
Por la mañana salí en dirección a la costa, el centro no entregaba mucho… Camino a la ciudad más próxima : Njivice. Una poblado hermoso, como todos, y con uno de los mejores campamentos que pude encontrar. Muy cerca de la playa, muy cerca de supermercados, a menos de 15 min. ya no había gente, en una playa con arboles y perfectamente sola. Con el atardecer de frente, mucho tiempo, y mucha satisfacción. Las fotos hablan mejor que las palabras en este caso.


C4: Malinska

Sin querer salir de ese hermoso lugar salí en dirección sur, mi intención era recorrer lo más posible la isla, y no podía repetirme el plato si quería lograrlo. Malinska era el próximo destino, un puerto mas grande, mas caro, más turístico, y ningún lugar decente donde pasar la noche piola y seguir siendo el vagabundo que estaba siendo sin que llamaran a la policia, por lo que decidí, sin mucha opción, seguir caminando, hasta encontrarlo… Este fue un día mas duro, calló agua, las tormentas aparecen y desaparecen muy rápido, aunque nada muy terrible hasta ese momento… Ya bastante mas lejos, ya cerca de un camping muy bien equipado (Glavotok), pude instalar mi hamaca en la soledad absoluta a excepción de un par de zorros que ladraron por la noche, comunicándose y diciendo quizás que cosa… eran croatas…

C5: Bahía Bok: Puerto Valbiska
Saliendo del campamento, me acerqué afortunadamente al Camping Glavotok, donde pude ducharme, cargar agua potable, cargar mi batería del celular, que ya necesitaba para el gps… claramente todo a la mala, pero nadie sospechó ‘tanto’ cómo para decirme algo…
En esta parte, el camino toma otra dirección entré por caminos antiguos que se ocupaban en la antigüedad para recorrer entre los “fundos” con las típicas murallas de piedra que hay por todo el mediterráneo. La exposición hace que también el sol pegue más fuerte, la tierra está mas seca y todo pareciera ser campos de olivos.

C6:KRK
Este sí que fué un día larguísimo, aparte de los kilómetros del día anterior, por primera vez me quedé sin sendero, incluso siguiendo la costa, esto me parecía un poco extraño, durante todo el trayecto hay acantilados, pero siempre un lugar donde pasar… ahora e incluso sin haber acantilados, no habían senderos… lo que sí habían y bastantes eran grandes socavones en la tierra de unos 5-6 mtrs de diámetro, así que luego me ‘calló la teja’: Primero que nada: estamos en Europa, acá hay, hubo, y seguirá habiendo guerra, mucha guerra, muchos intentos de invasiones, mucho sabotage, muchas ‘minas antipersonales’. Yo ahora me encontraba cerca del ‘gran puerto de Valbiska’, “el” puerto que conecta con las demás islas croatas, mi sospecha es que seguramente intentaron cuidarse de las invasiones poniendo minas antipersonales en los alrededores del puerto. Así que empecé a sudar, a caminar rápido y esperando no pisar nada que fuera a estallar, porque de ahí si que no salía. Un trayecto relativamente corto, pero de que lo pasé mal, no hay duda. En esa incertidumbre jamás me había encontrado. Así que entre el camping “Amor”(desde la bahía Bok) y el Puerto de Valbiska, no recomiendo seguir la costa. Quien sabe qué tan cerca de una mina pasé.
Ya desde el Puerto Valbiska me fui por camino seguro, extremadamente seguro, es decir, al lado de la carretera, a esta altura ya quería encontrar un buen lugar donde instalar mi hamaca, tomarme una cerveza y tirarme al agua, pero no era tan fácil, me acercaba a la capital de la isla, es decir a la ciudad de KRK. La ciudad es hermosa y grande, hay una serie de camping al este de la ciudad, y bueno, es cosa de caminar unos 10 minutos y empiezas a encontrar playas paradisiacas y solas, así que una de esas playas fue mi campamento.

Acá me relajé, me tomé unas cervezas, unas cidras, había completado los días que tenía para estar en la isla, había recorrido la mitad de la isla, estaba vivo, en buen estado, el lugar era espectacular. Paseaba por la ciudad, cuando de un momento a otro empieza a correr mucho viento, y a lo lejos una inmensa nube de tormenta se empieza a acercar al puerto. La gente se empieza a apurar, y a desaparecer de las calles, y bueno cuando me dí cuenta de eso, empecé a caminar también a mi desprotegida hamaca en el bosque. En 5 minutos el cielo se había puesto negro llovía como pocas veces había sentido y de la nada, estaba absolutamente empapado, camino a un bosque sin mucha protección. Relámpagos y truenos a cada minuto que pasaba y una tormenta que no paró hasta el amanecer… Ya a media noche mi hamaca no aguantaba más ni el agua ni el viento, así que tratando de proteger mi saco de la lluvia, desarmé rápidamente todo y caminé cerca de unos restoranes a la orilla de la playa, mas cerca de la civilización y donde creía podía encontrar algún techo para cubrirme… y nada, sólo el alero de un kiosko, me permitió dormir sentado y entrecortadamente mientras los relámpagos y el mar pegaba fuerte cerca mio. Fue en verdad una pésima noche, la última noche de esta distinta aventura en solitario por una isla en el mar Adriático…

Al otro día tomé un descanso, el sol volvía a salir y mi bus camino al aeropuerto pasaría en la tarde sincronizando perfecto con el avión. De vuelta a la especial ciudad de Berlin…
